Sin saberlo, sin buscarlo, encuentro este espacio de mujeres que se atreven a hablar en voz alta, a contar sus experiencias, sus temores, frustraciones, a desahogarse sin temor al rechazo o a ser juzgadas.
Que agradable espacio para contar historias de vida, para leerlas, para conocer mujeres valientes y reales.
Hoy quiero contar mi historia a todas ustedes, no se quien haya pasado por algo similar, quien se identifique con este cuento que no es de una princesa Disney, quiero escribir lo que siento ahora y sobre todo lo que sentí en ese momento.
Mi nombre es Mónica Gutiérrez López, soy licenciada en pedagogía infantil, tengo 37 años y menstrué por primera vez a los 12 añitos. Si señoras, este dato parece extraño en esta historia, pero es precisamente el punto de partida para contar mi experiencia.
A los, apenas, 12 años de edad, cuando aún jugaba a las muñecas y me consideraba una niña, recibí la llegada del sangrado menstrual, no estaba preparada, claramente, ni siquiera tenía idea de lo que estaba ocurriendo en mi cuerpo, hasta la noche que llego mi madre de trabajar y pude contarle lo que me había sucedido. Para mi fortuna, estaba en casa cuando esto ocurrió así que no tuve que pasar por el terror de sentirme observada o burlada por mis amiguitas.
Como era de esperarse, para la época, mi madre era una mujer de pocas palabras y explicaciones cortas, sin más detalles que el “esa sangre se llama menstruación”, me entregó una de sus toallas higiénicas, porque tampoco había diferencia entre las que ella usaba y las que yo podría necesitar. Con este nuevo elemento, desconocido hasta la fecha para mí, en mis manos, no me quedo más que aprender y descubrir ciclo a ciclo que mi cuerpo estaba cambiando y que mi vida no sería la misma desde aquel momento.
No reprocho la formación de mi madre, seguramente para ella fue igual o aún más desafortunado, aunque reconozco que me hubiera encantado que alguien se hubiera tomado el tiempo de explicarme que esto me sucedería. “Esto no se repetirá”, me dije, y como desde muy niña soñé con ser madre, me proyecté en caso de tener algún día una hija.
Hoy me siento bendecida con la presencia de una pequeña de 10 años de edad, una especial compañía que me ha enseñado lo que no se aprende ni en la universidad ni en ningún otro lugar.
Para ella quiero estar preparada, para ella quiero estar dispuesta, formada e instruida, y es justo por ella que hoy nace un proyecto pedagógico y formativo de educación menstrual. Se llama “Punto a mi favor”, un canal de comunicación, para las familias, las niñas y jóvenes que están próximas a recibir su menarca. Tengo todo mi corazón, mi entusiasmo y energía puesto en ello. En vincular a través de talleres, encuentros y asesorías a las familias y cuidadores de las niñas, que quieran y necesiten información y estrategias para abordar el tema menstrual, sin temores, sin vergüenzas, sin tabús.
Hoy somos una comunidad, no muy grande tal vez, pero lo será, porque estoy segura que nuestras niñas lo valen, que nos capacitaremos y seremos una fuente de apoyo e información segura y confiable. Somos su lugar seguro, ese lugar con el soñamos muchas de nosotras en aquella edad inmadura y confusa.
A ustedes las invito también a que nos acompañen y nos cuenten ¿Qué tal fue la llegada de su primera menstruación?, ¿aún tienen temores y confusiones con respecto al tema?, ¿Saben cómo abordar el tema con sus hijas?
Y a los niños, nuestros hijos, ¿Cómo los vinculamos en este tema sin que lo rechacen por una cuestión de machismo?
Si no soy madre, ¿puedo desentenderme del tema?
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Mónica Gutiérrez López
Licenciada en Pedagogía Infantil
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